¡Visión, pasión…y Equipo!

 In Blog

Consuelo Crespo.  Presidenta de Unicef España (2005-2014). Miembro de diversos Comités y Consejos.

En 1993 me propusieron liderar el Comité de UNICEF en el PVasco.

Finalizaba entonces una etapa profesional y el momento familiar y personal me permitía considerar la propuesta.

De UNICEF solo conocía las tarjetas de Navidad y su dedicación a la infancia, pero me estimulaba la posibilidad de aprender, recuperar una vida personal más activa y sobretodo comprometerme en un proyecto vinculado a la pregunta que me inquietaba desde la adolescencia: “¿Por qué haber nacido en un lugar o en otro supone tener todas las oportunidades o no tener ninguna?”.

Me centré en profundizar en un sector que no era nuevo para mí pero que nunca había afrontado profesionalmente. Buceé en informes, imágenes y estudios, que lejos de darme respuestas incrementaron mis inquietudes.

“¿Cómo es posible que las más altas cotas de bienestar alcanzadas en la historia convivan con la muerte -por causas evitables- de tantos niños como los que morirían si sucediera un tsunami cada tres días? ¿Que en la era de los mayores avances nunca antes conocidos, millones de niños sean explotados en las redes de prostitución, sean objetivo en los conflictos armados o víctimas del negocio más lucrativo del mundo: el tráfico humano?”

Acepté intuyendo que la tarea iba a ser mucho más que dedicar unas horas a la semana, se trataba de focalizar la visión, profesionalizar el trabajo e impulsar una gestión por resultados. UNICEF era uno de los referentes más reconocidos a nivel internacional; en España había realizado una importante trayectoria pero era necesario adecuarlo a los tiempos y posicionarlo como tal.

En esos años, tuve ocasión de conocer el trabajo en Mauritania, como en todos los países que visité, a la fascinación que produce descubrir lugares y formas de vida diferentes, se sumó la riqueza y la emoción que transmitían la indescriptible sonrisa de los niños, su lucha por sobrevivir y por crecer, y la mirada cómplice de las mujeres que, recuperada su autoestima, descubrían su capacidad para cambiar las cosas.

Admiré el trabajo en contextos sobrecogedores, enfocado a la transformación y la sostenibilidad, planificado para lograr el desarrollo integral de la persona y realizado a escala para multiplicar su impacto. Experiencias que configuraron en mí la idea de que la solidaridad es necesaria pero insuficiente y que erradicar la pobreza es posible cuando existe la voluntad política de hacerlo y se implican en ello todos los sectores de la sociedad.

A pesar de las dificultades, importantes y variadas, el trabajo incrementaba día a día mi pasión y era una fuente permanente de conocimiento creándome la necesidad intelectual de ordenarlo, por lo que al año siguiente cursé el Master de Cooperación Internacional de la UPV.

En 2005 el Patronato de UNICEF España me propuso asumir su Presidencia. Hasta ese momento había trabajado una época de cambio, ahora se trataba de liderar un “cambio de época”. Un proyecto complejo y difíc il pero más ilusionante si cabe, conseguir que la infancia del mundo tuviera una voz reconocida en España me parecía un objetivo necesario y atractivo y decidí asumirlo.

Sabía que no podría hacerlo sin contar con los mejores expertos en distintas materias, y tuve el privilegio de formar un equipo de gobierno con personas extraordinarias, humana y profesionalmente, que aportaron en cada una de las circunstancias que nos tocó afrontar, su apoyo generoso, inteligente y leal.

Otra de mis pasiones es compartir, y UNICEF me brindó la oportunidad de hacerlo con quienes participaron en el proyecto, que, junto a otras muchas personas que encontré en el recorrido por el mundo, fueron para mí una permanente escuela de aprendizaje.

La visión compartida facilitó fundamentar el cambio estructural que debíamos llevar a cabo en los valores y principios que nos inspiraban, la pasión nos ayudó a multiplicar la empatía e impulsar la capacidad del equipo para gestionar la complejidad y… alcanzamos objetivos tan ambiciosos que ¡a veces dudábamos que fueran posibles!

Finalmente, la organización estaba preparada para afrontar los años de crisis que vinieron después y seguir creciendo en visibilidad, colaboraciones, socios y alianzas.

El sueño: que la infancia se incluyera en las agendas…empezaba a hacerse realidad.

Consuelo