La vida de Carmen Laforet Díaz (Barcelona, 1921-Madrid, 2004) no fue una historia convencional, si nos atenemos a las expectativas del régimen franquista en las que trascurrieron su juventud y primera madurez. Sin proponerse la excepción, no fue nada usual ser escritora, esposa y madre de cinco hijos, como tampoco lo fue su mundo de relaciones. «Se ve que nací para vagabunda», escribe a Ramón J. Sender desde Roma en 1973. El vagabundeo es un término recurrente en sus declaraciones autobiográficas y entre sus personajes de ficción. Estas ansias de errancia y de libertad fueron un aviso en su biografía del rechazo a la estabilidad emocional, o a cualquier otro acomodo, y de que en ningún lugar de la realidad hallaría el todo deseado: ni en la literatura ni en la vida. Su vida está presidida por la búsqueda de la independencia, pero también por la abnegación.
El 6 de enero de 1945 Carmen Laforet, una joven desconocida de 23 años, obtiene el Premio Nadal de 1944: «La novela desde su publicación obtuvo un éxito ruidoso que me sorprendió y sorprendió a todo el mundo. Creo que yo andaba aturdida. Me parecía que un éxito literario no debía incluir el interés por la persona de su autora, pero me llovían entrevistas y preguntas. Comprendí que no escribiría nada más hasta que se pasase todo aquello y dejasen de preguntarme “¿qué preparas ahora?”», comenta en una semblanza biográfica. La concesión de lo que será el premio de novela más importante de la posguerra española a una mujer fue un fenómeno cultural, que abrirá las puertas a otras escritoras a lo largo de la década de 1950. La recepción tanto entre el público, como entre los escritores del interior y el exilio fue de unánime entusiasmo. Pero si Nada despertó nuevas vocaciones, también Carmen Laforet se sintió desbordada por las expectativas creadas por su primer libro y por tener que poner a prueba su talento. El sino de escritor conocido ni se lo creía ni era un papel que le gustase: «lo que más me importa (lo único de verdad) es escribir con tranquilidad, a mi manera y lo mejor que sepa», le comenta a su amigo Emilio Sanz de Soto en 1961.
En 1946 contrae matrimonio con el periodista, editor y crítico literario Manuel Cerezales con quien tendrá cinco hijos (Marta, Cristina, Silvia, Manuel y Agustín) y del que se separará en 1970. Durante estos años tuvo que conciliar crear y procrear. La correspondencia con Elena Fortún alude a esta cuestión: «Yo cuando espero un chico, no tengo la menor facultad creadora para otras cosas» (13-XI-1951). Sin embargo, entre 1946 y 1970, situamos el grueso de su obra: sus novelas La isla y los demonios (1952), La mujer nueva (1955) y La insolación (1963), su narrativa breve recogida en volúmenes como La muerta (1952), La llamada (1954) y La niña y otros relatos (1970), así como la crónica de su primer viaje a Estados Unidos, Paralelo 35 (1967), invitada por el Departamento de Estado. Al volver la esquina (2004) verá la luz póstumamente. Estos títulos demuestran que Carmen Laforet no fue solo la autora de Nada, sino de una sostenida producción literaria, que es necesario valorar en su conjunto. Además escribió desde 1948 a 1983 cerca de 400 artículos en Destino, Informaciones, Pueblo, Faro de Vigo, La Actualidad Española, Arriba, ABC y El País, que será necesario recopilar. Pese a su mutismo publicitario, la próxima publicación de su correspondencia con Emilio Sanz de Soto demuestra que Carmen Laforet no renunció del todo a su ejecutoria como escritora hasta echar la última carta en agosto de 1987.
La creación de personajes vivos (ya protagonistas, ya secundarios), la maestría en el diálogo, la capacidad de captar un momento circunstancial al mismo tiempo que la situación íntima del personaje y la difícil sencillez como búsqueda estilística fueron los rasgos distintivos del arte de novelar laforetiano.
José Teruel Benavente es profesor honorario de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido Visiting Professor en Duke University, en la «Escuela Española» de Middlebury College y en la Università Ca’ Foscari Venezia. Entre sus publicaciones destacan las monografías La joven poesía española del medio siglo; Otro marco teórico para el medio siglo: la poesía de Miguel Fernández; El trampolín y el atleta: estudio y edición de «Los placeres prohibidos»; y Los años norteamericanos de Luis Cernuda, con la que obtuvo el Premio Internacional «Gerardo Diego» de Investigación Literaria. Ha preparado ediciones críticas de textos canónicos de la Literatura española del siglo XX: Poesía española. Antologías de Gerardo Diego; Tirando del hilo (artículos 1949-2000), El cuarto de atrás y Todos los cuentos de Carmen Martín Gaite; la Correspondencia entre la escritora salmantina y Juan Benet; Nada de Carmen Laforet y su Correspondencia (1958-1987) con Emilio Sanz de Soto (en prensa). Dirigió la edición anotada de las Obras completas de Carmen Martín Gaite en siete tomos. Ha coordinado los volúmenes Cinco lecturas de Luis Cernuda en su centenario; Un lugar llamado Carmen Martín Gaite; e Historia e intimidad: epistolarios y autobiografía en la cultura española de medio siglo. Es Investigador Principal de los proyectos I+D: Epistolarios, memorias, diarios y otros géneros autobiográficos en la cultura española del medio siglo y Epistolarios inéditos en la cultura española desde 1936. Ha publicado más de treinta artículos sobre historia cultural en revistas universitarias europeas y americanas. Ha dirigido hasta ahora doce tesis doctorales sobre sus áreas de investigación: poesía española desde 1930, epistolografía, literatura y franquismo. Ha sido Comisario de la Exposición conmemorativa del centenario de Carmen Laforet en el Instituto Cervantes (2022) y ha publicado los libros de poesía Como jamás cuerpo de amado, La soledad de los nombres y Vertical de ausencia (XXIV Premio de Poesía Ciudad de Salamanca).