ANA POMBO 

Ana Caller de Donosteve, llamada Ana de Pombo por su primer marido (La Cavada, Cantabria, España, 1900 – Madrid, 1985) fue una famosa diseñadora, escritora, bailarina y empresaria. Secretaria personal de Coco Chanel.

El matrimonio tuvo dos hijos, Cayo -padre del escritor Álvaro Pombo, que se inspiró en la fascinante historia de su abuela para el personaje principal de su novela, Un gran mundo– y Álvaro, falangista y amigo de Primo de Rivera, fallecido durante la Guerra Civil. El matrimoniose separó en 1924, mientras vivían en París debido, entre otros motivos, a la enfermedad de él, que sufría de untrastorno neurótico.

Tras la ruptura, Ana, que se definía a sí misma como «la loca, la tonta, la saltimbanqui», se quedó allí y fundó su propia casa de alta costura, Elviana, entre cuya clientela figuraban miembros de la realeza, como la reina Victoria Eugenia de España. Su casa de modas fue un proyecto fallido, por eso cuando el conde de Koutosoff, director de publicidad de Coco Chanel, le ofreció ficharla como relaciones públicas de la maison no lo dudó y se convirtió en la gran relaciones públicas de la casa. La española se dedicó acaptar clientas entre los ambientes más distinguidos. En 1931, la propia Mademoiselle Chanel la convirtió en su secretaria particular. Sin embargo, como consecuencia de sus discrepanciascon el ilustrador y amante de la creadora, Paul Iribe, Ana de Pombo decidió abandonar la firma en 1934.

CASA PAQUIN

Fue entonces cuando recaló en la casa Paquin, donde, entre otras funciones, se ocupó de la dirección creativa. Su período estuvo marcado por la presencia continua de mantillas, peinetas, volantes, encajes… Cuando estalló la II Guerra Mundial, Ana se vanaglorió de vestir a las mujeres de los generales nazis,entre ellas a la esposa de Hermann Göring, uno de los líderes del régimen de Adolf Hitler.

A su vez, probó suerte en la danza bajo el nombre de Ana de España. Alumna de Enrique Granados, mandó construir un estudio de baile en la planta superior de la tienda de alta costura. Era una virtuosa de las castañuelas. De hecho, fue precursora de los espectáculos españoles en París. A principios de los años 40, tras dejar Paquin y en plena ocupación alemana de Francia, abrió en la capital gala una nueva casa homónima que, además, contaba con una sede en Madrid. Según Alinne Griffith, condesa de Romanones, la tienda era un nido de nazis. ¿Fue Ana de Pombo colaboracionista? Es una de las grandes preguntas que se responden en el documental de Juan Mata.

SU SEGUNDO Y TERCER MARIDO

El segundo marido de la diseñadora fue el arquitecto uruguayo Fernando Capurro y su matrimonio fue muy corto. La etapa parisina se terminó cuando decidió instalarse en Argentina donde, tras varias experiencias en la moda con su primeras casas de modas, Chanel y Paquin, se lanzó a montaruna nueva tienda con la que logró vestir a algunas de las mujeres más influyentes del país, como Evita Perón o la actriz Lola Membrives. Allí se casó con su tercer marido, el arquitecto y decorador Pablo Olivera Ramos-Mejía. Ana y Pablo se instalaron en Madrid y, en 1951, fundaron Tebas: el primer «concept store» español de decoración y moda, entre cuya clientela había ilustres personalidades, como Gregorio Marañón. Pero Tebas no funcionó y, en 1958, la pareja se mudó definitivamente a Marbella, donde en 1960 abrieron La Maroma.

Esta era una boutique de sombreros y punto de encuentro para la farándula y la intelectualidad, como Lola Flores, los Hohenlohe o Edgar Neville, cuyas paredes se decoraron con cuatro paneles pintados por su amigo, Jean Cocteau, quien viajó en numerosas ocasiones hasta la Costa del Sol para visitar a su buena amiga. Las pinturas fueron vendidas a la familia del malogrado banquero Ignacio Coca. Un mes antes de morir le pidió que le comprara una casa para instalarse allí. No lo llegó a ver y ella la construyó igualmente: la llamó «Huerta de los olivos». Quién sabe si era verdad. Ana de Pombo era fantasiosa y estrafalaria. Así lo atestiguan todos los que la conocieron. Tanto que se inventó para ella el título de condesa de Pombo.

Su nieto, el brillante escritor Álvaro de Pombo, no duda en nombrarla la primera Pombo influencer. Pero, de haber existido hoy en día, hay una cosa que nunca hubiera publicado en sus presuntas redes sociales: su edad. Nadie sabía cuántos años tenía. Sin duda, demasiados para tener tantas vidas.