Malinche, también conocida como Malinalli, Malintzin o por su nombre de bautismo, doña Marina, nació en las proximidades de la actual Veracruz (México) ca. 1500. Pese a haber nacido en un contexto privilegiado, por ser hija de un cacique feudatario del Imperio azteca, tras el fallecimiento de su padre se vio forzada a vivir una niñez y pronta juventud desafortunada y adversa.

El 12 de marzo de 1519, cuando la joven doña Marina no llegaba a la veintena, fue regalada, junto a un grupo de mujeres indígenas a Hernán Cortés, como señal de amistad y de alianza entre sus pueblos.

Desde ese momento y hasta su muerte, acaecida unos ocho años más tarde, doña Marina prestó un destacable servicio a los españoles como intérprete, permitiendo la comunicación entre éstos y los aztecas. Además, fue consejera personal de Hernán Cortés y su portavoz, desarrollando un papel trascendental en las comunicaciones entre Hernán Cortés y Moctezuma II, el emperador del Imperio azteca. 

 La relación entre doña Marina y Cortés fue abiertamente estrecha y personal. De ella nació un niño mestizo que bautizaron con el nombre del padre del Conquistador, Martín. Un año después del alumbramiento, doña Marina casó con uno de los capitanes de Cortés, Juan Jaramillo, con quien tuvo una hija, llamada María, poco antes de fallecer en la Ciudad de México ca. 1527 sin haber cumplido los treinta años.

Hábil diplomática o brillante consejera para algunos, traidora u oportunista para otros, todo aquel que se acerca a la historia de doña Marina queda prendado de su figura. Sin duda, una de las más interesantes mujeres de la España del siglo XVI.